sábado, 12 de junio de 2010

CARTA A UN MALTRATADOR

Si me dices que me quieres, ¿por qué me aíslas, por qué me controlas?, ¿por qué te enfadas si quiero ver a mi familia o amigas?, ¿por qué te tengo que dar cuentas del dinero aunque también sea mío?; si me dices que me quieres ¿por qué me amenazas, me pegas, me violas, me matas?

Eso no es amor. Si hay amor no puede haber violencia.

Todo lo que me haces, no es por mi bien; es por el tuyo. Porque te crees superior. Me tratas como a una niña y debería ser tu igual. Te crees que estoy a tu disposición y a tu capricho, así nos lo enseñan: “el amor es dedicación a tu pareja, el amor es renuncia, es entrega. Yo soy tuya y puedes hacer conmigo lo que quieras”. Es falso. Yo no soy tuya, soy solo mía y la única entrega que debo hacer es entregarme a mi misma para sobrevivir a esta penosa situación, en la que no puedo controlar mi propia vida.

¿Cómo te sentirías tú si tuvieras día y noche a una persona controlando todos tus actos y dictándote órdenes para cubrir sus propios y únicos deseos? ¿Si te dijera desde qué ropa ponerte hasta cuándo debes lavarte el pelo? ¿Cuándo debes hablar o lo inútil que eres porque no trabajas fuera de casa? ¿Si te amenazara o pegara para conseguir sus objetivos? ¿Cómo te sentirías tú si estuvieras prisionero de la persona que dice amarte y que lo hace por el bien de los dos?

No sigas repitiéndome que me quieres, que no lo volverás a hacer. No me des más esperanzas. No me digas que la situación va a cambiar.

Creo que eres un hombre incapaz de hacer frente a las frustraciones y limitaciones propias. Que la única manera de resolver los problemas es con violencia hacia mí, con arrogancia, culpabilizándome de todo lo malo que te pasa, con superioridad para aplacar el miedo de saber que sin mi, no puedes crecerte.

Estoy harta de vivir con miedo, con el corazón en un puño, esperando cómo vas a volver hoy del trabajo. De querer hacerme invisible para que no notes mi presencia y pasemos un rato sin bronca. De querer agradarte para que estés contento. De esperar a ver cuándo y por qué banal razón te cambia el gesto de la cara y se avecina una tormenta imposible de evitar y sin saber cómo acabaré. Estoy harta de sentirme sola, en silencio, de intentar evitar que se enteren en el vecindario, que nos oigan los niños. Estoy asqueada de tus caprichos. Estoy defraudada porque si esto es el amor y compartir una vida, prefiero estar sola.

Tengo pena sintiéndome tan poca cosa, tan poco valorada y vapuleada a todas horas, de recibir solo desprecios y malos tratos en vez de amor, comprensión y escucha.

Quiero que me dejes vivir en paz. Mejor aún, quiero vivir en paz. Sé que no lo vas a hacer tú. Por eso tendré que dar yo el primer paso. Alguien me ayudará a salir de esta cárcel y empezar una nueva vida, en la que pueda decidir por mi misma lo que realmente quiero hacer. No va a ser fácil. Pero quiero ser yo, tener ganas de vivir y volver a sonreír.

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