Los labios, las cejas, las mejillas e incluso la lengua. Todo parece material potencial para ponerse un piercing. Sin embargo, hay que saber si merece la pena cuando el ‘amor al arte’ puede poner en peligro nuestra salud, por ejemplo, perforando una zona tan delicada como la lengua.
Los piercings llevan años de moda. No hay un sitio del cuerpo que se escape a la perforación: orejas, nariz, ombligos, pezones... Pero últimamente en Estados Unidos, y en menor medida en Europa, se ha convertido en algo habitual agujerearse también cejas, mejillas y lengua.
Cuidado. Esta práctica no sólo entraña los problemas habituales del piercing (rechazo, infección, picor, dolor...) sino que, dadas las insuficientes condiciones higiénicas en las muchas veces se practican, puede entrañar otros riesgos: transmisión de hepatitis B o C por vía sanguínea y, en casos extremos, el contagio del virus del sida.
Hemorragias y asfixia
Además del dolor y la hinchazón que puede provocar este adorno cuando es mal tolerado, puede producir un desagradable aumento del flujo salival, aparte de causar hipersensibilidad o alergia al metal.
El piercing en la lengua puede incluso dificultar el habla y la masticación, favorecer la aparición de un molesto tejido cicatrizante o lesionar los nervios de la lengua. También pueden producirse traumatismos en los dientes por el choque con la ‘joya’, por lo que si te pones uno, debes tener cuidado hasta que te acostumbres a llevarlo.
Muchos son los dentistas que desaconsejan esta práctica por razones obvias de salud:
- puede provocar una obstrucción de las vías respiratorias debido a la hinchazón e inhalación del metal
- aparición de hemorragias por una sección de las arterias que irrigan la lengua
Riesgo de infección
La lengua, más que cualquier otra parte del cuerpo, es susceptible al riesgo de infección. En su estado natural, la boca contiene numerosas bacterias, lo que favorece la aparición de infecciones si el piercing no ha sido bien desinfectado antes de su colocación. Estas infecciones pueden afectar desde las mandíbulas a toda la boca.
Si además la persona padece problemas dentales o bucales, colocarse un piercing en la lengua puede ser una mala idea, no sólo por el riesgo de infección adicional sino porque deberá ser retirado cada vez que sea necesario realizar una radiografía.
Exige mucha higiene
Lo mejor es renunciar a perforarse una zona tan frágil del cuerpo. Pero si no puedes resistirte a esta moda, al menos sé extremadamente precavida antes de hacerlo.
Asegúrate de que la persona que va a ponerte el piercing tenga experiencia probada en esta práctica y exige que el material utilizado esté totalmente esterilizado.
Es mejor que te informes en varios sitios y te decidas por el que más garantías ofrezca. Piensa que, en este caso, lo barato puede salirte caro
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